Si tú me dices ven…

Lo dejo todo, pero dilo.

Llevamos un mes saliendo, desde que C desistiera de seguir conmigo y decidiera lo que ya sabíamos que pasaría, aunque aún me hacía ilusiones, unas poquitas, de seguir por un buen tiempo, llegó el final, decidido por ella, sin explicaciones.

Luego la volví a ver, quedamos en ir al cine, cenamos y bebimos algo antes porque la función empezaba un poco tarde. En el transcurso no tocamos el tema, volvíamos a vernos después de casi un mes, y no nos explicamos nada, actuamos como siempre, como amigas.

Mientras veíamos la función, estábamos juntas, ella se recostaba sobre mí con su cuerpo, y luego puso su cabeza sobre mi hombro, pero yo no sentía ninguna alegría, lo que me embargaba era la melancolía y el recuerdo de K, de sentir de alguna forma que le estaba fallando a pesar de aún no tener nada oficial las dos. Es que no se trata de oficialidad sino de honestidad, y sentía que no lo estaba siendo.

Luego de ver la película nos despedimos, los días siguientes conversamos un poco más, pero nada relevante, nada como antes. Además, mi mente ya estaba con K, con su ternura, con su dulzura, con su devoción. Es demasiado bueno para ser cierto. Es linda por dentro y por fuera. Hasta a mi hija le cayó bien en solo segundos de verla.

Se fue de viaje por dos semanas, pero regresó el 31 para pasar juntas el Año Nuevo. Nos fuimos a la playa, nos emborrachamos y nos insolamos juntas. Desde ese día casi no ha pasado una noche en donde no durmamos juntas. Hace mucho tiempo que no sentía esa comodidad al lado de otro cuerpo, yo no acostumbro a dormir abrazada, me sofoco, me canso, con ella hemos dormido abrazadas e incluso besándonos, muertas de deseo y de cansancio.

No sé a quién agradecer tanta suerte, no creo en dioses.

Nuevas manos

Nuevos ojos, nueva piel… La herida va cerrándose, el vacío va llenándose, vuelvo poco a poco a ser como antes de conocerla, como antes de que ella decidiera poner en riesgo todo para estar a mi lado, por lo menos por cinco meses de locura, su locura, su crisis de los 30, como me dijo una vez. Esa crisis que la hizo enamorarse de su profesora de feminismo.

Desde ahora los diciembres quedarán marcados para mí como meses de reconvención familiar y vuelta al camino de la moralidad, por mí y por ella, porque ella decidió vivir sin engaños ni mentiras con sus familiares más cercanos, y porque no quiero borrar su recuerdo tan rápido.

Intento no juzgarla y entender su decisión, pero no quiero entender el silencio, el adiós sin explicaciones, la distancia. No quiero entenderlo porque creo que me merezco aunque sea una despedida, un «lo hice por esto», una razón que me calme ese dolorcillo del corazón que a veces tienta por regresar. Mis hipótesis ayudan, pero sus palabras me sanarían. Sé que ella fue vulnerable todos estos meses y que a pesar de su decisión me quiere. Esa seguridad también me ayudó.

Y bueno, tengo que decirlo, también me ayudó otra circunstancia afortunada. Luego de que ella me abandonara el sábado para «siempre», y yo estuviera intentando matar las penas con alcohol de domingo a jueves, y nadie me ayudara en el intento, K me escribe el viernes a la 1 de la mañana para saber si estaba por el Centro. No estaba, pero vivo cerca, así que le dije que podía estar ahí si quería. Y así empezó todo.

Procesos

Nuestra relación ha durado de julio a noviembre. Cinco meses. Nos veíamos una o dos veces a la semana. Siempre a escondidas, a pesar de que todas ya sospechaban que algo pasaba entre nosotras. Siempre a escondidas porque ella no puede hacerlo públicamente. Las primeras veces me molestaba un poco esa situación, pero luego comprendí que ella no puede arriesgar tan fácilmente su vida, y mucho menos yo exponerla a eso. Y me armé de paciencia y comprensión.

También me negué a cualquier forma de expresión verbal de amor. Nada de te quiero ni de te extraño. Para no arruinarnos. Ninguna de las dos cayó en eso, excepto una vez que yo viajé a Cusco y ella estaba medio ebria. Me dijo que estaba en el bus escuchando cumbia y me escribió: «te extraño». Y yo caí, le dije que también la extrañaba, se río y me preguntó si también estaba escuchando cumbia, le dije que no, que música sad, y le pasé un par de videos y le comenté que uno me recordaba a ella. Medio que se burló de eso, ahí paramos y yo sentí una sensación de haberme ido de boca. Y me propuse no repetirlo.

Pero fue bello todo el tiempo que duró, ella siempre fue dulce y paciente conmigo. Siempre dispuesta a escuchar, a reírse de mis bromas, a compartir sus historias conmigo, a entregarse totalmente las tres horas semanales que podíamos vernos. Por primera vez en la vida supe lo que realmente es comerse a besos, la ansiedad por dejar en la memoria su cuerpo, su calor, su olor, sus miradas, su piel y preservarla hasta la siguiente vez que nos veamos. Fue hermoso y fue fugaz.

La última vez que nos vimos fue el último día de noviembre, el 30. Llegó a mi casa cansada luego de una reunión pesada del grupo a la que yo no fui, pero fue como siempre, nos comimos a besos, sentía sus suspiros cada vez que nos separábamos, hicimos el amor y conversamos un rato. Luego ya no fue como siempre, de pronto se quedó en silencio un rato, serían unos 5 minutos, se levantó intempestivamente y empezó a ponerse su ropa. Le pregunté ¿ya te vas? Sí, me dijo. Generalmente ella me decía que ya se iba antes de levantarse y nos besábamos por última vez. Esta vez estaba apurada y parecía incómoda, me dijo que le dolía la cabeza. Luego de ese día no hemos vuelto a conversar. Creo que es comprensible, es diciembre, tiene que atender su casa, sus cosas, sus hijxs. Diciembre no es un mes para el amor furtivo. Y tal vez ya tenía que acabar nuestra aventura. Solo queda decir ¡alas y buen viento!

Este es un poema que escribí de esos momentos, solo he escrito dos poemas para chicas. Las dos fueron de esos amores imposibles y fugaces.

Las amantes son silenciosas

Las amantes son silenciosas

Cruzan miradas alejadas de la tecnología

No se buscan, saben cómo encontrarse

No ansían lo que no se les da

No sueñan lo que no es posible

No aman innecesariamente

No sufren más de la cuenta

Comen algo en el mismo lugar de siempre

Calculan el tiempo que les queda

En el cuarto se desnudan y se tapan

Y en la oscuridad son otras

Juegan al amor imposible

A la noche eterna

Al redoble de tambores

A las mariposas furiosas en la boca del estómago

Ríen todo lo que no han podido reír en la semana

Gimen, sudan, muerden, succionan

Rozan, frotan, bailan, giran

Se hunden, se nadan, se lloran

Se abrazan llenas de ternura

Suspiran escuchando sus últimas palabras

Promesas que no se cumplirán

Anhelos fuera de la realidad

Se ponen sus ropas

Abren la puerta

Una sale a la calle

Pide su taxi

Se despide y espera llegar bien a casa

La cena de realidad ya debe estar servida

No-heterosexual

– ¿Ahora sí me vas a besar?

– ¿Por qué no me besas tú?

– Pensé que no querías

– Claro que quiero

Se acercó a mi rostro, acerqué mis labios, ella abrió los suyos, y no dejamos de besarnos hasta que el taxi paró para dejarme en mi casa. Y casi me deja afuera de mi casa, porque no recordaba que le había dado mis llaves y billetera a ella, y se las estaba llevando. Tuve que correr detrás del carro para que parara y me las diera.

Esto fue en parte reconstruido por una amiga, nosotras nos subimos al taxi para escapar un poco de ellas, pero el taxi se dio la vuelta y paró justo donde ellas habían cruzado para tomar su carro, y vieron como ella me besaba. Nosotras por mucho tiempo pensamos que nadie nos había visto.

Así empieza la historia

Ya la había visto por primera vez en un taller que hice para el colectivo, ella llegó de curiosa y se quedó y empezó a participar en espacio, pero aparte de ser una miembro más del grupo, no me había interesado mucho por dos razones de peso que en algún momento explicaré.

Creo que me parecía graciosa y su risa me parecía linda, yo hacía algunas bromas con una amiga sobre ella, sobre si iba a ir a la reunión o no, pero nada serio, recién le presté atención cuando fuimos a una discoteca con todas las chicas, de pronto empezó a gustarme y quería bailar con ella, nos tocamos varias veces para conversar, ella me abrazaba y yo rodeaba su cintura, pero no me atrevía a decirle, así que toda la noche estuvimos bailando en grupo. Al final me fui con otra chica y ella a su casa.

La siguiente la vi en algunas reuniones y después otra fiesta. Ahí la encontré por casualidad, había ido a buscar a unas amigas que estaban en una disco a la que nunca voy, y ahí estaban ellas. Mis amigas se fueron y me quedé en el grupo. Ella me hablaba al oído para poder escucharnos, pero su mejilla siempre rozaba la mía, y pasábamos mucho rato hablando así, mejilla contra mejilla, hasta que las demás empezaban a molestarnos. Luego nos alejábamos, pero venía de vez en cuando a comentarme algo o a bailar conmigo. En una de esas se puso delante de mí y yo la tuve de la cintura un buen rato, el espacio era pequeño y era eso o ponerla fuera de mí. Pero ella normal que la tomara de la cintura. Esa vez también nos fuimos separadas, pero el recuerdo de su mejilla caliente al lado de mi rostro y de ese acercamiento perduraba.

El día del beso habíamos quedado en encontrarnos todas temprano, pero yo tenía que hacer una clase en la universidad así que llegué tarde, cuando las encuentro ellas estaban en otra reunión, las esperé un poco, pero me aburrí y me fui. Luego me llega su mensaje preguntándome en dónde estoy. «Caminando», le respondo. «No te vayas, ya terminamos», me dice. Y les doy el alcance en el camino. Fuimos a comer, se sentó a mi lado, pero se puso un poco lejos. Pensé que tal vez había reflexionado y no quería darme alas. Pensé que normal, muchas expectativas tampoco tenía.

Ya en la fiesta, ella nuevamente venía a mi lado a hablarme o a ponerse a mi lado, varias veces me abrazó y yo también la abracé, ella de mi hombro, yo de su cintura, así bailábamos y saltábamos, mientras nuestras amigas nos molestaban continuamente, nos empujaban o pegaban nuestros rostros para que nos besáramos, pero no lo hicimos.

Luego fuimos a otra discoteca, ahí nos distanciamos un poco hasta que unas amigas se pelearon con un machista y tuvimos que irnos. Las que quedamos nos fuimos a otra discoteca y estuvimos ahí dos horas más. En esa disco por fin pudimos bailar juntas. Luego el taxi, el beso deseado y el adiós.

Mi amiga me dice que no me ilusione, que guerra avisada no mata gente. Pero yo me ilusiono del amor e invento mil historias alrededor de eso. Luego se me pasa, es verdad, pero esas sensaciones siempre las valoro, son pocas las veces en que me vuelvo a ilusionar con alguien, y hay que aprovecharlas. Pero sobre todo, hay que tener paciencia y buen humor.

 

 

Boy

Tengo cinco trabajos acumulados este mes, febrero ha sido un mes lleno de cosas, y no he tenido tiempo para ilusionarme más de la chica que me gusta, creo que ahora sale con un chico, lo sospecho, aunque no le he preguntado nada porque no tengo por qué preguntarle, es su vida. Me imagino mi historia como la película «nos habíamos amado tanto», pero así me lo he imaginado con todas, qué horrible, algún día debo enamorarme «de verdad», de esos enamoramientos locos locos, o mejor no, si no es correspondido mejor no, qué horrible debe ser vivir algo así. También se puede vivir sin amor. Supongo. Pero debe ser muy feo. Ahora un poema, como cuando es verano, hace demasiado calor y no puedo dormir.

Sentir su cuerpo, el cuerpo reflejado en el espejo de mi alma, lo suficientemente tibio para sentir que me pierdo ahí, en el filo de su piel, sin necesidad de tocarla, pero muriendo por hacerlo, sentir su cuerpo cerca, a través de las ventanas, por debajo de las puertas, en el correo que le mando a medianoche, sentirlo como cuando reviso sus fotos esperando algo nuevo, una señal, su felicidad, que de pronto se convierte en mi felicidad sin que a ella le importe, sin que a mí me importe que le importe o no, solo sentirla esperando nuevamente que el tiempo me acerque a su boca para escucharla decir a mi oído «te quiero». Volverá.

Peluche

Algunas veces me gusta mi vocación de peluche. Ayer la volví a ver luego de 24 días. Como vive en el cuarto piso no sé si me agito porque voy a verla o porque tengo que subir todas esas escaleras. Antes era peor, ahora mi corazón está más tranquilo. La vi y fue lindo, estuvimos tomando con algunas amigas, y me quedé a dormir, literal, a dormir, al día siguiente me fui temprano porque una amiga iba a llegar de Piura en la mañana. Pero no llegó, me había confundido y era en la noche. Al final le retrasaron el vuelo y salió a la mañana siguiente. Fue raro, le dije para quedarme a dormir a pesar de que realmente no quería quedarme, me preguntó si quería dormir con ella, y le dije que normal podía dormir en el sofá o en el cuarto de su amigo, es más, entré al cuarto de su amigo para quedarme ahí, pero me dijo que vaya a su cuarto. Así que me eché en su cama pero fue medio incómodo, intentamos hablar un ratito y luego dormir, no sé si dormí o dormí pésimo y solo esperaba que sean las 7 para irme. Luego la volví a ver dos días después y todo ok. Qué cosa más rara. Esta es la bitácora de lo inconcluso, pero si no escribo sobre ella la verdad no sé sobre qué escribir.

10-01-2019

No sé nada de ella. No teníamos una relación no convencional. Ahora podemos ser amigas. En el transcurso del tiempo en que no nos vemos salí con dos chicas. Sin comentarios. Me gusta la tranquilidad de estos días, eso de no pensar en nadie. Ilusiones vendrán después, de eso no tengo duda, pero vivir sin ilusiones es todo un regalo.

Navidarks

28 de diciembre. Ella se fue de viaje el 25, no nos despedimos ni nos hablamos, le dije para vernos antes y me dijo que no tenía tiempo. Todo bien. Si no se puede, no se puede, luego habrá otras oportunidades, o tal vez no, pero sin complicaciones. Igual me sigue gustando mucho, pero eso no indica nada más que mi propio gusto. Y tal vez yo le guste mucho, pero eso indica solamente un gusto. Nada de densidades. Le da likes a mis cosas y a veces comenta. No sé qué pasará en el futuro, pero espero que sigamos siendo amigas.

Ayer una chica me escribió para tomarnos un café. Ya me lo había propuesto antes, pero nunca nos habíamos podido dar un tiempo. Y como no tenía nada que hacer, acepté. Nos encontramos a las 5 en Plaza Bolognesi, de ahí nos fuimos a Monarca (no iba a tomar café). Era más guapa de lo que imaginaba. Conversamos largo rato y me coqueteaba mucho, pero pensaba que era porque hay gente así con esa coquetería natural. En un momento me pregunta si me puede besar y le digo que sí. El bar estaba lleno de hombres, y me besa y todos se quedan como desquiciados, porque la estaban mirando desde hacía rato intentando llamar su atención o cruzar miradas, pero ella solo me miraba a mí.

Nos volvimos a besar, nos tomó una foto en pleno beso y se la mandó a sus amigas. Nos tomamos seis chelas y ya estábamos medio movidas y ella vive muy lejos, así que la acompañé hasta el paradero, nos volvimos a besar un largo rato, se subió al bus y se llevó mi camisa. Al día siguiente me escribió, seguro quedamos para vernos uno de estos días.

No convencional

19 de diciembre. Ayer nos atrevimos a hablar, por primera vez, de la especie de «relación» que tenemos desde hace aproximadamente medio año, ella y yo.

Fue así, estábamos en el cumpleaños de L, y eso era borrachera fija, disfrutamos toda la noche de bailes y bebidas, pero no conversábamos mucho, como siempre. Casi al final, me acerco y le pregunto si ya puedo besarla, no recuerdo qué me contestó. pero era algo así como «tenemos que hablar», luego me dijo que yo le dije para hablar, pero bueno, la cosa es que hablamos. En ese momento pensé: «uy, acá empieza lo bueno». Estábamos en el patio, y mientras ella armaba un cigarro de tabaco, yo la escuchaba hablar sobre la relación «no convencional» que tiene conmigo, ella estaba muy seria y hablaba pausadamente. Primero dijo que no era una relación, luego que sí, pero atípica, porque, en general, ella no suele acostarse más de dos veces con alguien, lo deja ahí, no va más allá, pero conmigo se viene acostando ya varios meses, de forma intermitente, e incluso el día anterior habíamos dormido juntas…

Acá interrumpo la narración para contar la noche anterior. Fue así. 

18 de diciembre. Habíamos quedado en reunirnos todas las del proyecto para cenar juntas por navidad, así que ahí estábamos las siete juntas otra vez, como cuando actuamos en la obra, preparamos comida, llevamos vino y cerveza, y conversamos y nos reímos mucho. En un momento de la noche ella ya se veía muy cansada, entonces una amiga le dijo que vaya a descansar un rato, ella se va y yo le mando un mensaje, le pregunto: puedo quedarme a dormir contigo. Pero me digo, se va a dormir y no va a responder nada. Así que entro a su cuarto y le pregunto directamente. Sí, me dice, y comenzamos a besarnos y tiramos. Es una de las pocas veces que lo hacemos sin estar tan ebria, y fue bonito, por lo menos hicimos cosas nuevas. Al día siguiente despertamos desnudas y con mucho calor, estuvimos un rato conversando hasta que ya no soporté la sed y me vestí para ir a tomar agua. Me preguntó: qué pasa, como sorprendida porque me vistiera. Le dije lo de la sed y se rió, luego le pasé su ropa y también se vistió. Fuimos a la cocina, tomé agua y me puse a lavar todas las cosas que estaban sucias, cuando terminamos de arreglar alisto mis cosas para irme, me acerco a ella, nos abrazamos fuerte otra vez, nos besamos y besamos y besamos, y luego nos volvemos a besar antes de que me vaya. Mientras me abre la puerta me dice que llegará súper tarde al cumple de L, no le pregunto por qué y me voy. 

seguimos con lo anterior:

…y esta noche no sería la excepción.

Yo la escuchaba y la escuchaba, casi sin decir nada, luego nos besamos mucho, y nos dio sueño, pero no podíamos ir a nuestras casas así que nos quedamos a dormir en casa de L, en un cuarto aparte, estuvimos buscando un rato un lugar donde dormir porque solo estaba el piso, por suerte me di cuenta que había un colchón pegado en la pared. Estábamos muy cansadas así que nos dormimos automáticamente. Al despertar, continuamos la conversación, mejor dicho, el casi monólogo explicativo de ella de por qué no tener parejas exclusivas, y luego me empezó a contar sus romances fallidos en donde había sido clara sobre el asunto de que no creía en la exclusividad, yo le conté algunos míos, y así hasta el momento de despedirnos.

Creo que nuestras despedidas son las mejores, porque estamos sobrias, porque nos abrazamos muy fuerte, porque nos besamos largo rato, y porque siento que ese momento es de real amor, más allá del deseo intenso, es purito amor, ganas de tenerla entre mis brazos, ganas de que la abrace y la bese, ganas de que no se termine, porque luego vienen días de no conversar, de no decirnos nada, de no vernos hasta la próxima casualidad que nos junta en la vida. Porque así es nuestra relación, casual, sin convenciones, sin deberes ni derechos, sin saber mucho de su vida y de mi vida, excepto lo que publicamos en nuestras redes.

A mí me gustaría decirle que me gusta, que me vuelvo loca por ella, pero tampoco quiero arruinarlo, creo que tampoco quiero una relación convencional, no como las que he vivido todo este tiempo, de saber todo de la otra, lo que generaba una dependencia emocional enorme luego, pero a la vez quiero un poco de esa convencionalidad. Quiero poder acariciarle el rostro en cualquier lado, darle besos, tomarla de la mano, decirle cosas tiernas, pasar tiempo a su lado, no mucho tiempo, pero algún tiempo, dormir algunas noches más a su lado, despertar más seguido, para no estar forzando a mi mente a recordar su olor, sus ojos, sus besos, sus abrazos, sus suspiros.

No nos imagino como parejas convencionales, pero a la vez alucino que todo es posible, que ella es posible.

Casi nada, casi todo

10 de diciembre. Luego de una reunión intensa de coordinaciones, pero también de denseos y malas vibras, nos vamos en grupo a tomar. Extrañamente encontramos un billar casi vacío y entramos. Tomamos unas cuantas cervezas, jugamos fulbito y luego nos quedamos las dos solas y nos vamos a su casa. Conversamos largo rato, tomamos vino, preparamos un trago más, me acerco a ella y empezamos a besarnos, me lleva hacia la lavandería y nos desnudamos, mientras nos acariciamos y besamos, luego vamos a su cuarto y lamentablemente nos quedamos dormidas a los dos minutos. A la mañana siguiente despierto a las 7 am y ya no puedo dormir. Ella duerme plácidamente sin que nadie la moleste. Me pongo a chequear el facebook, cuando ella voltea y me abraza, me tiene abrazada como dos horas mientras sigue durmiendo y yo viendo su rostro tan cerca al mío, su piel de fruta, todas las pequitas que rodean su cara, cómo no enamorarse de un rostro así, como no querer que te abrace todo el día y toda la noche.

Pero llega alguien y ella tiene que levantarse y vestirse, me veo obligada a vestirme también, me prepara el desayuno, conversamos largo rato, busco mis lentes por todos lados y nunca lo encontramos, me hago a la idea de que lo he perdido de alguna forma extraña.

Me dispongo a despedirme de ella, me acerco, se para, nos abrazamos, me besa en la mejilla, luego en la boca, le beso el cuello, el hombro, ella está metida en mi cuello suspirando profundamente, le acaricio la espalda, nos volvemos a besar. De pronto escucho que me dice: «Te quiero», y yo con el corazón en la boca le digo: «Yo también te quiero». Nos damos los últimos besos y me voy.

Creo que fue el mejor día de mi vida, no significa más que eso, pero es hermoso, ese «te quiero» no significa una relación de pareja, ni siquiera algo parecido, significa solamente que me quiere, que le gusta pasar el tiempo conmigo, que cada vez es más lesbiana, que me quiere, que me quiere, que me quiere. Y con eso ya tengo para vivir meses enteros, incluso sin su presencia.

Ama-necer

21 de octubre. Despierto a su lado, estamos desnudas, no sé si abrazarla o correr al baño. Despierto porque quiero orinar y los recuerdos empiezan a llenar mi cabeza. Salgo del baño y me echo a su lado, ella ya se ha puesto el pijama y sale al baño también. Regresa y empieza a acariciar al perro. Él ha estado todo el tiempo ahí, pero no me había dado cuenta. Recién en la mañana me percato de su presencia. Ella se ríe. Ahora está entre nosotras. Le tomamos foto, lo acariciamos. Le pregunto sobre su trabajo, la abrazo suavemente de la cintura, mientras el perro lame mi mano. Es extraño, siempre es extraño estar a su lado, es como si fuéramos dos personas distintas en el día y en la noche. En la noche es como si todo nos atrajera la una a la otra, es fácil acercarme, es fácil abrazarla, es fácil besarnos locamente y hacer el amor hasta que nuestros cuerpos se agotan, desfallecen y el sueño nos vence. En la mañana todo es difícil, incluso mirarla a los ojos. La abrazo por la cintura y me acerco más a ella, meto mi cara en su cabello que huele a cigarro. Ella vuelve a reírse. De eso conversamos hace un rato. ¿Hace un rato? ¿En la noche? Dijimos: olemos a cigarro. Lo recuerdo, pero no recuerdo el tiempo en el que lo dijimos. ¿Lo habremos soñado? Sigue acariciando al perro, mientras yo intento tomarle otra foto. Luego gira levemente, extiende su brazo hacia mí rodeando mi cuello y me besa en la boca. Es el primer beso que nos damos en la mañana y ya quiero más, pero todo siempre es a cuentagotas a la luz del día. Mis amigos están en el cuarto de al frente, les digo para ir a tomar un jugo. Aceptan. Ella también se anima, sacamos a pasear al perro, mientras esperamos que se alisten. Y vamos juntos al mercado. Y todo es como si no hubiera pasado nada la noche anterior. Como si fuéramos buenas amigas. Como si acabáramos de encontrarnos. Me recuerda a cuando la veía con su novio. Casi no se tocaban, no andaban de la mano, no se hacían cariño. ¿Así será siempre? Debe haber más que eso, pero tal vez yo no lo descubra, tal vez lo descubra otrx, o tal vez ya hubo y se perdió con el tiempo. Diez o veinte años después del primer y segundo y tercer amor ya nada es igual. Regresamos a su casa, no sé si subir o despedirme en la puerta. Por suerte tengo que recoger unos libros. Subo. Mientras los empaquetan, nos abrazamos, le acaricio la espalda, ella suspira un par de veces, no sé bien por qué suspira, pero me gustaría saberlo, veo sus ojos detrás de los enormes lentes negros que usa, nos damos un beso en los labios, y otro más hasta que nos interrumpen. Dos besos que se quedan clavados en mi mente desde hace cinco días porque es lo que me mantiene a flote cuando la soledad parece invadirlo todo. Recuerdo sus besos, la vuelvo a besar en mi mente, imagino nuevamente historias de amor a su lado, que duermo con ella, que despertamos juntas, que vuelve a susurrarme todas esas cosas que me susurra en las noches, ebrias de amor o de algo parecido al amor, prometiéndonos imposibles que al día siguiente olvidaremos. Pero lo más importante: me dijo que ya no está con él. Así no sea cierto.

Un año antes

Setiembre. Ella tal vez no recuerde la fecha, pero yo sí. Ella no sabe hace un mes se cumple un año de haberlo hecho por primera vez. Yo tenía un tiempo de haber acabado una relación larga, hermosa y tormentosa a la vez, con todo lo que eso puede significar. La había visto antes, pero nunca me había llamado mucho la atención. Era como cualquier compañera, una chica más que apoyaba la lucha. Y ese día estaba en la fiesta, y yo ya estaba picada así que me atreví a decirle para bailar, algo imposible de hacer de otra forma por mi timidez, y aceptó, y bailamos. Después de eso todo es medio nublado. Tengo una foto que nos tomó una amiga. Una foto delirante en donde las dos estamos ciegas.

Luego de eso desperté en tu cama. Creo que querías que me vaya, ni tú sabías muy bien qué hacía ahí, pero yo no podía irme, no por ti, sino por mí, no podía mantenerme en pie, me sentía muy cansada. Dormí un par de horas más, tú también, luego volví a despertar, me alisté y me fui. Estabas durmiendo y no me despedí. Intentaba encajar el rompecabezas imperfecto de mi mente. Te recordaba desnuda tocándome. Yo encima de ti intentando hacer algo, seguramente algo inútil por mi estado. No sabía si sentirme feliz por lo que había pasado, aunque en el fondo me sentía infeliz. Ese amor del pasado volvía y volvía y me seguía arrastrando. Dos días después me escribiste. Me avergonzaba no haberte dicho nada. Me escribiste algo lindo. Algo que debía haber aprovechado para invitarte a tomar algo y conversar. Pero no, seguía en el pasado y seguí así por mucho tiempo. Y tú ya tenías un presente. Y yo había perdido mi oportunidad. Tal vez una oportunidad que realmente no existía, pero algo se había perdido, porque ni siquiera lo había intentado.

Te volví a ver varias veces después, pero actuábamos siempre como si nada hubiera pasado. Tal vez nada había pasado realmente, pero siempre imaginaba que algo aunque sea había sucedido en ese momento en que nuestros cuerpos estuvieron juntos. Pasaron varios meses más, no teníamos nada en común. Hasta que la suerte empezó a jugar de mi lado. Me comprometí en un proyecto en donde tú estabas indirectamente, aunque yo no lo sabía. Acepté porque era un reto nuevo para mí, nunca había hecho teatro, y siempre termino aceptando las cosas locas que me proponen. Te veía nuevamente de vez en cuando entrar y salir sin imaginar que tú manejabas ese espacio, que era tuyo, que era lo que amabas.

Y yo ya me acostumbraba a no ser nada de ti, a no intentar nada, a verte como una amiga, hasta el día de tu cumpleaños (26/7), que una amiga en común me empujó para bailar contigo, ella sabía que yo moría por ti, que siempre estaba haciendo bromas al respecto, ella era la única que sabía que nos habíamos acostado hace un año, solo ella, tú y yo. Y bailé contigo y te besé, y me besaste frente a tu novio, y te sentiste mal, porque no es bueno hacer esas cosas frente a gente que nos quiere, pero yo estaba feliz, por fin te había vuelto a besar, y de nuevo renació en mí la esperanza, como un filo de luz entrando por la puerta.

De pronto, un intermedio en el cumpleaños de un amigo (23/8), casi un mes después, en donde nos dimos besos de a tres con otra amiga, una amiga que me había robado el corazón por tres semanas y que me había hecho olvidar el enorme deseo que tenía por ti, mientras tú estabas con él. Y luego del beso, tu preocupación por tu novio volvió a enturbiar los recuerdos.

Luego unas semanas más y el proyecto también ya era tuyo, ya eras del equipo porque varias habían desertado, y ya te veía todo el tiempo, y para celebrar las funciones que estábamos haciendo en el CCE (5/10) fuimos todas a tomar a un bar, y nos divertimos, y como locas nos fuimos a otra discoteca, y ahí me tomaste de la mano y me llevaste a un cuarto oscuro y dimos rienda suelta a eso que teníamos guardado tanto tiempo, hasta que nos botaron, y de pronto te vi yéndote con alguien y te jalé y no dejé que lo hicieras, nos subimos a un taxi, no recordaba tu dirección, así que fuimos a mi casa, nos dormimos en el taxi, al despertar vi como el taxista intentaba tocarte la pierna, lo insulté, me gritó, y nos botó a unas cuadras del lugar donde vivo. Llegamos exhaustas y dormimos. Al día siguiente desperté y me quedé viendo tu rostro mientras dormías, tu piel de fruta, tus cabellos locos. Luego despertaste y te reíste mientras te contaba todo el esfuerzo que hice por llegar sanas y salvas. La resaca nos hundía en el colchón, te traje agua, me volví a echar, luego de un rato nos dimos cuenta que habías perdido el celular, media hora después te levantaste para irte, tenías que pasar sobre mí, así que te acercaste para despedirte y me besaste, y ya no nos soltamos, nos fundimos en un abrazo intenso y en cientos de caricias, y si no hubiera sido porque, como siempre, soy una idiota que no se atreve a terminar las cosas, hubiéramos hecho el amor como hacía un año. Solo tus marcas me quedaron en la espalda, tu olor en mis dedos, tus gemidos que me hacían explotar la cabeza y el recuerdo de tu rostro acercándose al mío para poder por fin respirar.

Después pasó lo que menos hubiera imaginado: viajar juntas. Y me dije: mi momento ha llegado. Pero no llegó. A pesar de todo, no puedo intentar entrar en tu vida a la fuerza, y si tengo algún encanto, este al parecer no sirve junto a ti. Fueron diez días los que estuvimos juntas, y solo al antepenúltimo (16/10) pudimos besarnos y volver a hacer el amor, pasaron siete días para que te acercaras a mí con una cerveza, mientras yo ponía la música en ese bar de mala muerte, y me miraras de forma extraña y me dieras besos en la mejilla, y yo sin entender nada te hacía bailar una salsa, y luego me seguía preocupando por la música en lugar de ti. Hasta que no te vi. Y dejé todo y me fui al patio trasero a buscarte, y ahí estabas tú sonriendo y charlando, y yo también me pongo a bailar y a cantar, hasta que no sé cómo estamos nuevamente en la pista de baile besándonos, y te digo para irnos y aceptas, y nos vamos al hotel y otra vez esa fusión de cuerpos, y esas manos locas y tiernas, y esos labios que se desean con fruición, casi con desesperación, porque no hay un mañana, porque el mañana tiene 30 días, porque serán 30 días de miradas serias y de saludos distantes y de frases cortas y de aniquilamiento de la ilusión.

Pero solo fueron nueve días (27/10). Pensé que serían más, ya hasta me hacía a la idea de verte poco, de verte casi nada, aunque me moría por hablarte, por mandarte un mensaje, por invitarte a salir. Ese día que llegamos a Lima y nos despedimos, nuevamente fue con un fuerte abrazo, con tus suspiros que aún intento descifrar y con un beso en los labios, ¿cuántas veces vez más me besarás sin sentir nada? ¿Sin querer nada conmigo? A estas alturas ya no importa.

Cuando llego al bar te veo ahí sentada, me acerco a ti y te saludo normal aunque parecía que tú querías abrazarme, casi había olvidado que no nos veíamos desde el viaje, como si nos hubiéramos visto ayer y siguiéramos haciendo como que no tenemos nada (porque tal vez no tenemos nada). Pero estoy ahí sin poder verte a los ojos otra vez, muriendo de vergüenza, y haciendo cualquier cosa menos clavarte la mirada, porque no quiero ser de esas lesbianas locas que no se controlan y que terminan acosando a la gente. Lo que menos quiero es perturbar en algo tu existencia. Y bebimos, y luego me llevaste en tu moto a una fiesta, y luego a otra, y nuestros amigos se fueron temprano y no se despidieron porque nos estábamos besando, y de forma extraña y madura decidimos irnos también antes de perdernos totalmente en el alcohol. Y despierto a tu lado, estamos desnudas, y no sé si abrazarte o correr al baño.

 

Com-partir

Quería estar con ella en esos momentos más importantes de su vida, como quería que ella estuviera en los míos, en mi estreno teatral, por ejemplo. La invité un par de veces, le separé la entrada, pero nada, nunca fue. Lo viví en la soledad acompañada de las amigas. Sé que ella no tiene ninguna obligación conmigo, ni yo con ella, pero no puedo evitar sentirme mal por eso. Una decide por quién correr, por quién amanecerse, a quién cuidar cuando se enferma, a quien ayudar, a quien acompañar. Y a quién separar. Yo no soy la elegida.

Partir de su vida no es fácil. Desde que terminamos, en setiembre del 2017, hemos estado juntas como si no hubiéramos terminado nunca, hasta julio de 2018, con un intervalo grande en donde ella se metió en problemas, y luego volví a sus brazos y a su cama, pero ella ya no era la misma, cargaba un dolor que le resultaba difícil compartir, hasta que pudo contarme y yo me sentí muy triste por ella, porque sabía que lo que había hecho era irreparable, aunque intentara ser comprensiva con su situación.

Mi recuerdo de ella está cargado de nostalgia, a veces sentía que el tiempo se extendía solo para torturarme.

Ya es hora de embarcar… de salir de su vida completamente, de no esperar nada más, ni palabras de aliento, ni de compasión, ni de quejas, ni de nada. Salir… partir… partir de su corazón… y dejar descansar al mío. Es hora de zarpar en ese barco a cualquier lado lejos de ella.

Jueves y sábado

Una chica me ha invitado a almorzar el jueves. No recuerdo haberla visto antes en vivo, solo hablamos por chat, pero quiere conversar conmigo, no sé muy bien de qué, creo que me está gileando. No sé si cualquiera viene y te invita así nomás porque sí, mínimo debes gustarle algo, y ella siempre me habla bonito. Es raro, siempre sospecho de mis capacidades de darme cuenta cuando alguien me gilea o solo quiere no sentirse sola o tal vez quiere una amiga. Ya ni sé qué pensar.

Otra chica me ha invitado para ir el sábado a una fiesta. Salí con ella el miércoles pasado. Me insistió bastante para encontrarnos en un evento, y luego cuando llegó, súper tarde, me dijo que tenía que irse en una hora porque había dejado a su hijita con su mamá y estaba medio mal. Lo que me pareció rarazo porque desde el día anterior estaba diciéndome para salir al evento juntas, y ese día desde la mañana también estuvo torturándome. Y luego llega y se va al toque. Ya no sé qué esperar.

Igual acepté salir con las dos. Por qué seré así.

15/12/15

La primera vez que me hablaste por Facebook fue para preguntarme en donde recolectábamos firmas para aborto y derechos LGTBI, era el 8 de mayo del 2013, eran las 11 am, tenías 19 años si calculo bien, estabas en la universidad, no sé si ya me habías entrevistado y te habías decepcionado de mi actitud, seguro ese día habían pasado muchas cosas por mi cabeza, tal vez estaba cansada y harta, tal vez simplemente estaba de mal humor, tal vez era mi cara de siempre, seria, como aburrida sin quererlo. A veces he tenido esa actitud y la he ido cambiando poco a poco, nadie merece tragarse mi mal humor, menos las personas interesadas en lo que podía opinar (solo los machirulos). Te dije que en la Facultad de Economía y que creía que era en Colonial. No sabía que estudiabas en la Villarreal y que sabías mejor que yo en donde quedaba esa facultad.

La segunda vez que me hablaste fue en mi cumpleaños, el 11 de junio del 2014 casi a las 9 de la noche. Tenías 20 años. Me gusta tu mensaje, me gusta leerlo cuando puedo: “V, lo más probable es que a estas alturas estés entre Pisco y Nazca, pero espero que alcances a dilucidar entre tanto alcohol mi saludo caluroso a la distancia. Que vengan muchos años más, llenos de luchas, aprendizajes, conquistas y victorias”. Y yo te decía que sí, que ya estaba ebria. Y añadiste que en la Villarreal me apreciaban mucho. Y yo te mandé un corazón agradeciéndote por eso. Aún me resulta difícil saber cómo reaccionar ante las muestras de afecto. A veces creo que no me las merezco. Suelo no creérmelas (aunque parezca lo contrario). A veces no las entiendo. Pienso que si me conocieran bien no me querrían tanto, que la imagen que tienen de mí se diluiría en unos breves minutos. Creo que esperan demasiado de mí y que voy a terminar decepcionándolxs. Y me alejo.

La tercera vez que recuerdo que me hablaste fue el 16 de octubre de este año, casi a las 10 de la noche. Tenías 22 años. Nos habíamos visto antes en plantones, marchas, intervenciones, perfos, etc., siempre en temas relacionados al feminismo, a la lucha de las mujeres, y tal vez en otros eventos, pero no los recuerdo tan bien. Creo que nunca habíamos hablado mucho. Yo te veía seria y lejana, a veces parecías hasta molesta. Por eso todo este tiempo pensaba que eras abogada: dura, fuerte, luchadora, aguerrida. Mis estereotipos funcionan de esa forma. Cualquier feminista puede ser así, pero las abogadas son más serias. Además, creía que eras hetero. Y eso era peor. Okno.

Me decías que estabas con E y que vaya a Ciro. La semana pasada habíamos estado ahí, también con E y con M. Yo estaba con V y F esperando los resultados de las elecciones ciudadanas del Frente Amplio y troleando por face. Ya nos íbamos y ustedes entraban. E me jaló y me dijo que me quede. Y me quedé con ustedes tomando ahí y luego nos fuimos al Vichama, y estuvimos un rato y luego ustedes se fueron y yo me quedé. No habíamos hablado mucho. No teníamos mucha confianza. Seguía creyendo que eras hétero.

Así que cuando me hablaste ese día diciendo que estabas con E en el Centro, me emocioné y no me importó que me acababan de robar el celular por tratar de preguntarles en dónde estaban, ni que estaba en San Juan de Lurigancho, lejos, estresada, tratando de bloquear mi línea. Así que me puse el alma de nuevo y fui a verlas. Y estuvimos en Ciro, y nos tomamos fotos, luego en la Casona y por último en DeGrot (no sé si se escribe así). Y todo tranqui, yo seguía pensando que eras hétero y eso como que bloquea mi mente. Además, soy tímida (y ya te habrás dado cuenta), así que no suelo intentar nada con nadie. Pero soy fácil, así que si me dan cariño, lo recibo (bueno, no de cualquiera, por lo menos tiene que gustarme un poco) y trato de ser feliz.

Y ese día me hiciste feliz. No esperaba que de pronto, en medio de la colita del baño, vinieras y me besaras, y me besaras con tantas ganas que me hizo pensar que qué estábamos esperando tanto tiempo, por qué no nos besamos antes, por qué habíamos perdido el tiempo si podíamos estar besándonos y abrazándonos y amándonos desde hace mucho. Y de ahí no recuerdo mucho más porque ya estaba muy ebria, no recuerdo el viaje hacia la casa de C, recuerdo un poco que dormimos en la misma cama E, tú y yo, y que yo trataba de hacer cosas contigo, y que tú no querías y luego sí y luego no, y luego no. Y nos dormimos y al día siguiente te fuiste temprano y te despediste de nosotras, pero todo es medio vago. E se fue un par de horas después y luego subió C para ir a San Marcos a intervenirlo por el Día de las Rebeldías Lésbicas. Y yo destruida fui. Y luego con todas nos fuimos a la marcha, y esperaba verte ahí y volverte a besar y reclamarte por el tremendo chupete que tenía en el cuello. Pero no llegaste nunca.

Nos dimos nuestro primer beso el 16 de octubre, dormimos juntas por primera vez el domingo 17 de octubre, te hablé el lunes 18, con pesar, porque no quería parecer acosadora, pero tampoco quería ser descortés y hacer como si no me importaras cuando realmente me importaba que todo estuviera bien entre nosotras. Y quería saber por qué no habías ido a las Rebeldías, si no había paltas, y si por lo menos podíamos ser amigas después de lo que había pasado. Y también quería disculparme por si había sido medio fastidiosa, medio insistente, etc. Y cuando me dijiste que la habías pasado muy bien me sentí más tranquila conmigo misma. Y cuando dijiste que gracias al chupete estuviste presente subrepticiamente en la marcha por las Rebeldías, sentí que realmente sí te había llevado todo el tiempo conmigo, que estuviste a mi lado a pesar de no estar, es más, estuviste pegada a mí sin quererlo, y marché y grité y reí y tomé contigo al lado. Y no nos volvimos a hablar hasta el próximo viernes.

23 de octubre. Yo había quedado en encontrarme con C en Ciro y ella no llegaba así que estaba dando vueltas por ahí. No sé cómo será la suerte que justo estaba saliendo hacia Colmena cuando te veo con A. Me acerco porque para mí no había paltas, podíamos seguir siendo amigas si ya no había ningún interés de nada más. Pero sentí que tú sí te palteabas. Y me apené un poco, porque no quería generar en ti ningún inconveniente. Fuimos a Ciro, llegó una chica más, A creó el whatsapp de “gente borracha feminista de viernes”, tú estabas prendida a tu celular, casi ni me mirabas, no me hablabas, ni nada y yo pensaba “ya fue”, y suspiré y me puse a pensar en otra cosa. Y llegó C y un rato después nos fuimos a la Casona. Y ahí T estaba intentando una y otra vez besarte, y creo que lo consiguió. Y yo no intentaba nada porque pensaba que me ibas a rechazar, pero le dije a T que eras “mi chica” y cinco segundos después me arrepentí. Y antes de que el bullying continuara les dije que no, que no era cierto, que tú podías hacer lo que quisieras, que yo no tengo nada que decir sobre eso. Y volvimos a irnos a casa de C porque estaba muy mal y le habían robado todo y porque queríamos porque ya en la Casona volvimos a besarnos y besarnos y besarnos. Y llegamos a su casa, y creo que tú querías irte a dormir a la biblioteca y qué iba a hacer yo durmiendo con C, nada que ver, entonces saqué a C y te llevé al cuarto. Y ahí hablamos sobre floras y conservadurismos e intentamos hacer algo con nuestros cuerpos y nuestras manos y nuestros labios.

Y nos volvimos a hablar por lo de la reunión del “25 de noviembre”. Había visto el acta y no estaban varios temas que siempre se habían levantado en esas reuniones. Luego me explicaste por qué y me dijiste que vaya a la reu. Y yo te dije que esas reuniones eran muy aburridas, y tú me dijiste, molesta, que trate de ir o mande a mis secuaces, y eso me pareció tan gracioso que fui, pero solo para verte, porque esas reuniones siguen siendo espacios de poder y representación que no suelen interesarme, son necesarias, pero no me movilizan mucho. Y fui ese martes (27/10) y me senté detrás de ti, y hablé contigo por el chat, y luego subimos a tomarnos todo tu whisky y el tampico de tu amiga, y nos fuimos a mi casa, y otra vez fui feliz a tu lado, besándote y conversando contigo hasta tarde, y durmiendo juntas, desnudas, compartiendo el calor de nuestros cuerpos, y saliendo luego a trabajar. Y nuevamente llevé tu recuerdo en mi cuello cuando te fuiste, pero ya era un recuerdo más constante.

Luego quedamos en vernos el viernes (30) en Flora, pero estabas raraza, casi ni me hablabas, estabas dando vueltas y haciendo cosas y no te acercabas a mí a decirme nada, y el único momento en el que te acercaste, estaba tu amigo mirando y pensé que te incomodaría que se dé cuenta de que teníamos algo así que no hice nada, y cuando te pregunté qué hacíamos más tarde, te quedaste mirando tu celular. Y luego todas se fueron y tú también y yo estaba abajo esperando un buen rato a que aparezcas, pero nada, a pesar de que tú celular estaba ahí. Y ya pensaba en subir a buscarte cuando bajaste, entraste, agarraste tu celular y te fuiste, casi casi como si yo no existiera, sin decirme nada. Y pensé que estabas incómoda aunque tú misma me habías dicho que vaya, así que todo era demasiado raro. Pero no me gusta sentir que no son corteses conmigo, y cuando no lo son no quiero generar más inconvenientes así que me fui. Y estuve en Demus pensando todo el tiempo en ti, y luego conversamos para entender qué había pasado y no nos entendimos, pero igual quería verte así que te pregunté si ibas al tono y cuando me dijiste que sí, ya estaba más contenta.

Y nos vimos en la fiesta, pero tú estabas agarrando con T y súper cariñosa con todo el mundo, y bueno, tampoco quería incomodarte así que no te dije nada, hasta que viniste a mí y conversamos y no querías que te bese, y me disculpé no sé por qué, y ya estábamos bien, y estuvimos toda la noche besándonos y bailando, y luego nos fuimos a comer y a mi casa. Y me gustó verte bailar así, alocada, fresca, contenta, desinhibida. Y que caminaras de la mano conmigo por las calles de Quilca y que te enfrentaras a los machos asquerosos que abundan por ahí. Esa fue la cuarta vez que dormíamos juntas.

El sábado 31 E te convenció para ir a La Libre, y a mí también. Si fui fue porque ella me dijo que vaya y si tú fuiste creo que fue por lo mismo. Y ahí nos vimos y pudimos conversar un rato de libros, esperar eternamente, besarnos discretamente, comer hamburguesas, tomar cerveza artesanal, viajar en el Metro, y volver a Ciro a emborracharnos con la gente y luego la Casona, y la Descarga, y ver cómo te emocionabas escuchando, cantando y bailando salsa y cómo los patas querían sacarte a bailar y tú los rechazabas más por mí que por ti. Y luego hablar sobre eso y quedar en que yo no voy a mandar nunca sobre tus decisiones y que tú eres autónoma en todo.

El lunes 2 de noviembre nos vimos por la Escuela Feminista, todo estuvo bien, besos, abrazos, conversación, pero nuevamente te sentí extraña. Me dijiste que estabas en un dilema, que por un lado te disgusta que todo conmigo sea público y escandaloso, porque soy ‘mediática’ quiéralo o no, pero por otro lado, que te gusto mucho y quieres estar conmigo. Y yo me sentí en los dejavus de siempre en donde la persona que me acompaña se complica por lo conocida que soy. No creo que nadie esté dispuesto a ser un anexo de otro, excepto las esposas de los futbolistas, congresistas, cantantes, actores, etc., pero en general, si se es feminista, eso no debe pasar, porque somos intrínsecamente iguales a pesar de nuestras diferencias, porque hay coherencia, porque nos queremos.

Y escribo todo esto porque no quiero olvidar nada de lo que hicimos en esos días que nos conocimos y empezamos a interactuar. De alguna forma esto resume un mes de interacciones y me gusta. Hay varias ocasiones que llegan como flashes de luz de pronto, la primera convocatoria a Sembrar, ahí estabas, una vez que fuimos al Monarca después de salir del CCE, ahí estabas, jugando a algo con las chicas, bailamos en la fiesta de Ruiz Diversidad, dices que dije un par de veces que no eras lesbiana, también en el CCE, y no lo recuerdo, y lo siento, sí lo eras, o bisexual, o como quieras, Y qué bueno que siempre estuve equivocada.

Los días siguientes seguíamos complicándonos por lo mismo, tanto que me decidí a no seguir complicándote más la vida y dejarte tranquila, sin dilemas, sin problemas. Y te dije que podíamos ser amigas y aceptaste, y nos pusimos serias y nos alejamos. Al día siguiente te hablé de nuevo a pesar de que intentaba no hacerlo, me daba pena perderte, hasta te escribí un poema que se titulaba “No entregues fácilmente tu corazón, amor” y decía algo así: No entregues fácilmente tu corazón, amor / No lo entregues a las miradas voraces ni a los sueños perdidos / No entregues fácilmente tu corazón, amor / El mundo no es lo que te han dicho / Vendrá la oscuridad y tomará lo bueno convirtiéndolo en angustia / Mientras tu mirada se pierde en el dolor del silencio, de las palabras no dichas, de los sentimientos olvidados / No lo entregues a cualquiera que te haga pequeñas promesas de amor / Ni a los que suspirando te digan que la vida es por ti / No puede haber mayor mentira que esa que se repite con los pasos de los siglos / Rutinariamente /Calculadoramente / No olvides que te espero / No olvides que te quiero / Mientras abrazo tu alma tiernamente con mis manos / No lo entregues / No lo entregues.

En mi mente sonaba más lindo, y pensaba, mientras me iba en el bus, en tu corazón entregándose a mí, y en que tal vez no lo merezco, no sé, siempre suelo pensar ese tipo de cosas cuando siento que la otra persona sufre de alguna forma. Te dije para vernos y tomar una chelas, aceptaste después de un rato, me bajé rápidamente del bus, fui corriendo a comprar las cervezas, luego fui corriendo a tu trabajo, no quería que en cualquier momento, de forma impulsiva, cambiaras de idea, me dijeras que no, que me vaya, que te ibas, cualquier cosa. Y estábamos ahí conversando de cualquier cosa y de nuevo me hice a la idea de que podíamos ser amigas, de que podíamos evitar hacernos daño y reír de nuestros chistes y de las cosas que nos pasaban, hasta que luego de mucho rato me besaste, y de nuevo me derretía frente a ti y empezaba a poner nuevamente mi vida en tus manos. Y creo que desde ese día no nos volvimos a separar hasta que empezó a llegar todo el ruido por una ‘denuncia’ sin sentido de una persona sin sentido, y te abrí mi corazón y te mostré lo que no tengo miedo en mostrar, y no reaccionaste tan bien, y me volví a hundir en la tristeza y la desconfianza. A pesar de eso, pudimos conversar, decirnos lo que sentíamos y salvarnos las dos.

Trato de recordarlo todo, pero ya son más cosas, más grandes, más pequeñas, más románticas, más chistosas, más apasionadas, más tiernas, tantas, que ya no las puedo contar. Y quiero que siga siendo así, que ya no sea posible contar nuestra historia porque cada vez es más grande y más hermosa y el papel no es suficiente para tanto. Quiero que sigas en mi vida llenándola de cosas bonitas, haciendo que los días sean hermosos, que me den ganas de levantarme para verte, para saber que estás ahí, que no te has ido con el sueño, que la noche no sea la misma si no estás a mi lado, que tu ternura me cubra cuando hace frío, y cuando hace calor sudar la una al lado de la otra, besándonos, excitándonos, devorándonos, recorriendo nuestra piel como si fuera una y como si fueran islas a la vez, descubriendo cada pedazo de ti, oliéndote y deseando meterme en tu piel y dormir ahí.

Me gusta quererte como te quiero: bonito, con ganas, con ansias, a corazón abierto. Quiero seguir queriéndote así y que me quieras como puedas quererme, sin presiones, con libertad, con alegría. Me gusta enamorarme cada día más de ti y pensar que esto no tiene fin, que va a seguir, que vamos a estar mucho tiempo así, y que tus brazos seguirán rodeando mi cuello, y que mi brazos seguirán rodeando tu cintura, y que lo que nos rodea a ambas es el amor que nos tenemos.

Gracias por estos dos meses llenos de ternura, de pasión, de ti.

Lo perdido

Todos los noches me acuesto sintiendo que he perdido al amor de mi vida. Todos los días me despierto pensando lo mismo. Las horas se hacen largas con esa sensación de pérdida constante que no se va, que me cuesta botar. Sé que en unos meses, unos seis meses tal vez, sin verla, sin saber de ella, sin mantener un mínimo de esperanza, me pueden curar este sentimiento. Sé que todo se acaba en el momento menos pensado, pero ahora estoy así, arrastrando mi vida y sintiendo que nada tiene sentido, que debí hacer más, no sé, ir a terapia de pareja a ver si alguien nos aconsejaba cosas buenas, ser más paciente de lo que fui, generar una mejor comunicación, no darlo todo por perdido a cada momento, amarla más. Debí amarla más, me arrepiento de eso. Ahora la amo, y nada importa, mis sentimientos no importan si no recaen y son compartidos por la persona hacia los que se dirigen. Todo está perdido.

Un nuevo mundo

Esta sensación repetitiva de que pierdes lo más preciado, y que eres la responsable de ello, pero que no puedes hacer nada para regresar el tiempo, porque simplemente el tiempo no regresa, y tienes que asumir tus errores.

Inicias el día con un suspiro interminable para intentar meter el alma al cuerpo, esa alma que intenta largarse continuamente de ti para no sufrir más. Te la metes, te levantas, te lavas la cara y empiezas la rutina por la que vas a empezar a vivir unas 18 horas hasta que el sueño te salve de la desolación.

Solo el sueño te salva de la desolación, a pesar de que cueste conseguirlo, de las vueltas infinitas, de las vueltas cerebrales que no te dejan descansar.

Tengo suerte, no soy de las que se regodea 24 horas con la muerte y el vacío, cada par de horas aparece algo que me devuelve la esperanza o la risa, luego vuelvo a ese estado sentimental de apagamiento continuo en donde solo me arrastro, pero en general, mi vida ha sido así, medio arrastrarme por las cosas que me pasan.

Tengo que aprender a decir adiós y ese proceso me puede tomar un par de meses, pero luego de eso el adiós estará bien establecido, concreto, como una roca, en mi vida. Necesito ese adiós concreto como una roca para tirarlo al mar. Ese es la ceremonia final, el adiós acaba en el mar de mis recuerdos. Y ya no se siente igual. Ya no se siente como EL ADIÓS, se siente apenas como una nostalgia de un tiempo perdido.

Luego una aprende a encontrar veranos en los inviernos más pesados de su vida. Ese verano es el que estoy buscando hoy. Para mí y por ella. Para que ella también sea feliz.

2018 marzo

La extraño. Aunque le dije que extrañar era tonto e inútil, y no sé muy bien porque tenía esa actitud idiota todo el tiempo, la extraño. Extraño las cosas buenas que me daba y me gustaría extrañar también las cosas malas, pero eso me quita el extrañamiento, y yo siento que quiero extrañarla, todos los días. Dormir pensando en el color de su cuerpo y abrazar la almohada como si fuera su pecho y pudiera dormir encima de este, y despertar y pensar en ella, en su cabello ensortijado y en cómo se reía de mis bromas, y cómo no paraba de hablar contándome todas sus cosas, y yo escuchándola casi silenciosa porque sé que se me escapa el tiempo para escucharla y no quiero perder ni una de sus palabras, ni una sola, porque ya perdí demasiadas en esta memoria frágil que solo recuerda su boca moviéndose y su no-olor y el calor de su cuerpo y el sabor de su intimidad, entre agrio y dulce.

¿Por qué el amor no es más simple? ¿Por qué no es entenderse mágicamente y que todo lo demás no pese ni cuente? ¿Por qué tiene que doler una y otra vez? Sé que lo arruinamos mutuamente, y me duele, porque hubiera querido que todo fuera mejor.

Regresé

Creo que no escribo aquí desde hace dos años o un poco más. Mandé a formatear mi laptop, se cerraron todos mis programas y perdí todas mis claves. No recordaba como entrar y de pronto, probando por X vez, solo de juego, volví a entrar. Es tan raro. Y justo cuando acabo una relación de pareja. Este blog me ha servido muchísimo para catalizar mis sentimientos, y también me ha arruinado cuando mis exs leían lo que pensaba, que no necesariamente era cierto, eran cosas del momento, pero se lo tomaban muy mal.

Me siento muy feliz de haber recuperado mi blog, realmente pensé que todo estaba perdido y que nunca más podría escribir a través de exploradoralunar, ese nickname que me puse hace casi 9 años cuando empecé mi vida lésbica y quería explorar como desquiciada en la vida y cultura lésbica. Nueve años después no puedo decir que no he experimentado, vivido y aprendido demasiadas cosas.

Este es mi post de octubre, de empezar una nueva vida luego de dos años de una relación intensa y bella que llegó a su fin. Esto es como empezar de nuevo y es mágico que el blog se haya abierto ahora, sin problemas, de casualidad, como algunas cosas pasan en la vida.

Jamás

A veces suelo preguntarme si seré feliz algún día. Si encontraré por fin ese estado de tranquilidad y alegría, esa mezcla de paz espiritual y física que da sosiego. No sé si alguien ha alcanzado alguna vez esa sensación. Veo a parejas de años y años y las envidio. Cómo hacen para durar tanto, para soportarse, para quererse a pesar de todo. A veces pienso que seré incapaz de lograrlo, que es algo que está vedado para mí. A veces también me canso de vivir, siento que es medio inútil todo. Y a veces renuevo las fuerzas y vuelvo a ser el mismo ser de antes, con un poquito de alegría. No creo que yo lo esté haciendo realmente mal. Trato de ser paciente, receptiva y comunicativa, de explicar lo que siento en el momento que lo siento, o no esperar mucho para decirlo, o hacerlo de la forma más amable posible. No soy para nada perfecta, estoy llena de imperfecciones que muchas veces suelen arruinar cosas buenas, pero creo que yo también perdono una serie de cosas que arruinan mis relaciones, con tal de que sigan funcionando. ¿Seré yo realmente la que está arruinando todo? A veces siento que soy incapaz de verme a mí misma. Que ellas tienen razón, pero sé que eso también es injusto, que así no funcionan las cosas. A veces siento que esta oscuridad que viene de vez en cuando me atrapará y no me soltará jamás.

Hablar

A veces quiero decirle tantas cosas y a veces siento que solo el silencio puede decir lo que siento. O tal vez mi mirada, o tal vez algún acto casual que aparezca de repente, o tal vez alguna señal que le diga lo que siento, y no mi voz. A veces quiero decirle que la amo y me contengo. Quiero decirle amor y siento que una risa sincera cortará mi intento. Quiero decirle que la amo y que es mi amor, y que mi vida es más bonita a su lado, y que sin ella tal vez vuelva a ser ese hoyo negro que fue por mucho tiempo. Quiero decirle que ilumina mi vida de formas que jamás había imaginado, y que me llena de esperanza, me llena de todo aquello que pensaba perdido. Quiero decirle tantas cosas y todo eso se queda estrujado en mi garganta, porque no sé cómo decirlo, porque siento que no me creerá, porque creo que no es el momento, porque tal vez ni siquiera le importe tanto como a mí me importa.

A mí toda la vida me ha costado hablar, me cuesta decir lo que siento, por eso cuando lo digo, cuando logro sacarlo de mi garganta es porque realmente lo siento, porque realmente lo vivo; no es lo mismo que escribir, creo que escribir puede hacerlo cualquiera, aunque también cualquiera puede mentir hablando, eso es cierto, pero yo no, porque a mí, desde muy pequeña, me ha costado demasiado hablar, hasta creían que era muda, y en algún momento creyeron que era sorda, lo que es muy gracioso porque lo escuchaba todo, hasta lo que no quería escuchar. En algún momento de mi infancia fui tartamuda, en algún momento de mi adolescencia eso desapareció. En algún momento tuve el síndrome de Tourette, en algún momento también desapareció. Lo único que no desapareció fue la fobia social, que es algo con lo que sigo viviendo.

Hablar siempre me ha costado, pero con los años creo que he logrado manejarlo. Manejar mis sentimientos también lo he intentado, creo que por mucho tiempo fui muy irresponsable sobre ellos, y de esa forma, mucha gente tal vez se sintió maltratada. No sé si es irresponsabilidad realmente o es una forma de querer que muy pocas personas entienden. Creo que amo intensamente y creo que el tiempo se pasa volando, y que no tiene sentido vivir sin amar. Creo que es necesario amar intensamente porque nada nos asegura estar vivas al día siguiente. Nada me asegura que no me muera mañana. Y suelo pensar constantemente en la muerte, y en el tiempo desperdiciado, y en las cosas que no se escribieron, y sobre todo en las que no se dijeron.

La amo a pesar de que a veces me sienta un poco maltratada, la amor y no me importa nada. Solo me preocupa no poder darle todo lo que quisiera, llenarla de mis problemas, estresarla con mis inquietudes, no divertirla, no estar a su altura. Me preocupa el tiempo y que este no sea 100% de calidad para nosotras, me preocupa todo, cada detalle de su mirada y cada palabra que sale de su boca. Y de pronto ya no quiero preocuparme más y solo quiero ser feliz a su lado, siempre a su lado, poco a poco, lentamente, como ella quiere, o rápidamente, como yo quiero, con esa ansiedad de su cuerpo, de su mirada, de sus orgasmos, de su vida entera.

A veces siento que quiero seguir viviendo como antes, viviendo por vivir, pero la mayoría del tiempo solo quiero vivir para ella y con ella, y que nuestras vidas sigan unidas, a su ritmo, y a sus poco a poco, a su paso a paso, y a su así está bien, porque es de esa forma de la que me enamoré de ella, y no tengo por qué cambiarla.

Fácil

Me pregunto si ella también me acusará de haberla querido poco. La quiero, me gusta demasiado, es hermosa en todos los sentidos. Y es también extraña, pero esa extrañeza es porque aún no nos conocemos bien, nos falta mucho para conocernos aunque vamos trabajando en ello. Tal vez yo también sea un ser extraño para ella. Tal vez siempre seamos extraños hasta para nosotros mismos.

Sé que tengo que comprenderla. Hace más de un año que no está con nadie. Ha salido de varias situaciones difíciles. Es demasiado joven. Está empezando a acostumbrarse a tener pareja de nuevo. Y estar conmigo creo que no es fácil para nadie. Mi exposición pública puede perjudicarla de alguna forma. El hecho de que haya chicas escribiéndome, buscándome o solo intentando conocerme también debe perturbarla. Y yo, que soy medio idiota con eso, no me doy cuenta de cuánto puede incomodarla hasta que ya la idiotez está consumada.

En todo caso, cuando ella aparece en mi vida todo se vuelve dulce y tierno, y esa sensación es tan agradable, tan adictiva, que no quiero dejar de sentirla. Es la primera vez que siento que el amor es como una droga, y la quiero tener continuamente conmigo. Tal vez sea porque estamos separadas, no vivimos juntas, y ella tiene poco tiempo para pasar conmigo, aunque hace todos los esfuerzos posibles porque así sea y podamos compartir juntas varias actividades.

Podría mirarla todo el día aunque eso a ella la incomode. Podría decirle cosas lindas todo el día aunque eso la avergüence. Podría seguirla como un perro por las calles sin ningún problema. Me encanta el solo hecho de que pueda ser posible estar cerca de ella, y creo que ella no se lo cree. No me cree, desconfía, y tal vez sea para no salir lastimada.

Es tan fácil lastimar, es tan fácil arruinarlo todo, es tan fácil decir adiós. Es tan fácil perder a la gente. Y luego es tan espantoso seguir viviendo, seguir viviendo, seguir viviendo

En el corazón

Si algo me ha enseñado mi relación anterior, algo que debí aprender en la anterior-anterior también, es que ya no quiero soportar cosas raras, mal humor, cambios de estados de ánimo repentinos, silencios, ni incomprensiones. Y tal vez este sea el final, tal vez tenga que dejarlo ahí para que ella madure, para que maduremos ambas. No lo sé, sé que me convenceré de nuevo, que no voy a dejarla ahora, capaz estoy siendo demasiado impulsiva, ya no sé nada. Pero quiero tranquilidad y en estos momentos no la tengo, y no me gusta estar así.

Ella es súper linda, podría pelear por ella todas las batallas, menos sus batallas interiores, esas son sus propias batallas y ella misma tiene que pelearlas. Con esas batallas yo no quiero luchar, porque sé que terminaré perdiendo. Puede que al final me eche la culpa de todo

Este sea tal vez el fin, no lo sé, no lo creo. Tal vez mañana, en el futuro, estaré tranquila y bien. Y ella también. Y espero que siempre llevemos encima el recuerdo de nuestro amor, porque yo siempre la tendré en mi corazón.

Arcoiris

A veces ella es una leoncita. Me encanta cuando le pone pasión a las cosas. Cuando se trepa a los cerros llevando un poco de felicidad a los niños más abandonados, cuando trata de acompañarme a mis actividades de feminismo/lgtb, cuando está a mi lado mientras me peleo con medio mundo intentando que entiendan que no hay solo una visión de las cosas, pero por sobre todo, que no pensamos negociar ni un poquito nuestras vidas.

Me gusta que sea tan fuerte y a la vez tan frágil. Tan frágil cuando está conmigo, tan fuerte cuando me acompaña, o cuando va sola al fin del mundo a hacer algo bueno por los demás. Tan fuerte cuando piensa en los animales y su sufrimiento antes de cualquier otra cosa. Tan fuerte cuando se esfuerza por comprender un mundo que es una porquería para casi todxs, pero sobre todo para mujeres, lgtbi, niñxs, ancianxs y animales.

Y esa fuerza la hace tan grande y tan hermosa, que me siento la mujer más feliz del mundo de haberme enamorado de ella, de que ella me quiera, me necesite y me llene de tantas cosas hermosas y repletas de sentido.

A veces se pone un poco celosa, pero sus «celos» son encantadores, tipo: «entiendo que mires a esa chica, es tan guapa». Y yo justo la miraba porque no me parecía guapa y me parecía extraño cómo caminaba. Por suerte me dice esas cosas de forma calmada y sonriendo, como esperando mi respuesta sabiendo que habrá una buena respuesta.

Ahora, dentro de lo razonable, cualquier cosa puede pasar entre nosotras dos, ella se puede enamorar de otra persona, tal vez lo esté, quién sabe, algunas experiencias me han quitado la confianza en la gente, pero mientras no me entere todo bien. Yo también podría arruinarlo todo, pero mientras no suceda nada que me lleve a hacerlo, tampoco lo haré. Y mientras tanto, seguiré alimentando esta ilusión y este amor bonito, tranquilo, esperanzador.

Felicidad

«Hace tiempo que no era tan feliz como lo soy ahora, te quiero más», me dice.

Leo sus mensajes. Pienso en que ella es feliz, realmente feliz, y yo también lo soy. De una forma apasionada y también de forma tranquila. La combinación perfecta. Disfruto de su compañía, de su conversación, de sus observaciones sobre cine, de su música, de su risa, de su frescura y naturalidad cuando habla con Dani, cuando almuerza conmigo, cuando se echa a mi lado, cuando hacemos el amor, cuando me da sus opiniones sobre la vida, sobre todo, de forma tan inteligente y madura que me sorprende que tenga 21, y a veces la veo tan frágil que me sorprende que no tenga 17.

Se ríe a carcajadas de mí y no me molesta, siento que lo hace con cariño, con ternura. Su risa contagiosa me hace reír a mí también. Me enseña los lunares de su cuerpo y los cuento y los guardo en mi memoria. Guardo también todo este sentimiento de tranquilidad, de amor, de seguridad, de orden, de paz, de pasión loca entre las dos, solo para las dos, para nadie más. Eso también me gusta, he hecho tan pública mi vida por tanto tiempo, que hacerla ahora más discreta tiene su encanto, el encanto de que ella no tiene la necesidad de hacerlo, se siente bien con tal y como van las cosas, no tiene otra ansiedad más que verme, y la adoro por eso, porque también tranquiliza mis ansias de publicarlo todo, de abrirlo todo, de mostrarlo todo.

Hay que mostrar lo importante, me dice, para mí eso lo hace especial, cualquier cosa no es especial. Y siento, como ya es costumbre, que me gana en madurez, en autoestima, en racionalidad.

Le digo que hemos perdido cinco años, que debió estar conmigo desde que la conocí y no pasar por todo lo que pasé esos años. Me pregunto a mí misma: ¿y si me hubiera lanzado la primera vez que la vi? sin importarme que estaba con novia, ¿si hubiera ido tras de ella?, ¿si hubiera seguido mi instinto y no hubiera temido tanto a su edad, a su juventud, a su timidez de entonces?

Cinco años, ella era una jovencita, yo empezaba mi vida de lesbiana. Ella venía tras de mí pidiéndome consejos, que la acoja, que la haga fuerte, y yo, como una mentora, le señalaba los pasos a andar para que ella los ande sola, para que vea cómo los anda, pero que sepa que había gente en el camino que andaría con ella. Cinco años después ella está acá, conmigo, compartiendo mi vida, con su juventud, su belleza, su amor, su valentía, todo junto, todo nuevo y todo de antes, porque siempre fue joven, bella, amorosa y valiente.

Me pregunto qué hubiera sido de mi vida hace cinco años si hubiera seguido mis instintos y sé que no tiene sentido, pero me gusta imaginar que algo fue posible antes mientras hoy todo es posible.

Creo que me estoy enamorando de ella. Y me emociona y me asusta, como todo lo nuevo, como todo lo hermoso. Creo que ya estaba enamorada de ella desde que la conocí, tan pequeña y aguerrida, buscando justicia para ella, para su amor juvenil. Estaba enamorada de su entereza, de su atrevimiento, de sus ganas de no dejarse vencer. Y nada se ha perdido, ella sigue siendo la misma, ese ser hermoso, casi angelical (sigo creyendo que es un milagro), que demoró cinco años tal vez porque yo tenía que aprender y me lo merecía, pero que ya está aquí, ya está conmigo, ya está en mi vida, haciendo milagros en ella también.

El primer recuerdo que me viene de ella es su mirada como Adele mirando a Emma mientras están echadas las dos en el pasto. Esa mirada, esas ansias por besarme, esa cercanía, esa forma de conjugar los instantes, de hacer frágiles los segundos, de hacer fuertes los nudos que nos atan. La adoro, no puedo decir menos que eso.

Sueño

Estoy en Cusco desde el jueves, y no dejo de pensar un solo día en ella. Me asusta abrir mi fbchat y que ella me haya mandado un mensaje diciendo que ahí lo dejamos, que terminamos, por cualquier motivo. Me asusta mucho, pero veo sus mensajes y tienen tanto amor, espera, paciencia, ternura que nuevamente me vuelve el alma al cuerpo.

Este blog se volverá un continuo de miedos, a perderla, a que ya no quiera estar más conmigo, a que se aleje de mi vida. También contendrá la esperanza porque eso no suceda. El martes la vuelvo a ver, y ya quiero que sea martes de una vez, y ser feliz entre sus brazos, atada a su cuerpo, a sus besos, a su amor.